En unas 8 horas de Bogotá en vehículo propio arribamos con Juan Carlos Rincón Correa al municipio de El Peñol. Entre este y el hermoso pueblo de Guatapé se encuentra la inmensa roca conocida como el Peñol.
Jhon Mosalve y su amable familia nos recibieron de Nochebuena. Luego, la roca nos atrapó como imán, y nos dedicamos a escalar el perfecto granito.

Existen unas 35 vías ya equipadas, y muchas posibilidades de alto nivel técnico. Hay grietas perfectas, placas increíbles y techos de artificial expuesto. Algunas vías de aventura ascienden hasta la cumbre del monolito. Gracias al trabajo de Jhon en estos últimos años, quien contó con el apoyo de MonoDedo en forma de fijaciones inoxidables homologadas, ya existen varias vías reprotegidas con anclajes de inmejorable calidad y algunos ambiciosos proyectos que esperan ser encadenados.

A pesar de visitar este sitio en plenas vacaciones de fin de año, no llegaron más escaladores a la roca, salvo Rafael, local de nacimiento, quien con apenas 14 años nos sorprendió con su perfecto manejo de la técnica de adherencia.

En algunos paseos que realizamos por los alrededores pudimos observar la gran cantidad de posibilidades que presenta la zona para la práctica del boulder. Existen innumerables bloques redondos en los cuales escalar, hasta incluso algunos con caída al agradable agua de la represa.

Por la comida nunca nos preocupamos mucho: en Guatapé, por lo de un ¨corrientazo¨ bogotano, come uno como rey. Y si se queda con hambre, una doble mazamorra lo deja listo para dormir y soñar con las próximas escaladas. Posibilidades de pernocte existen para todos los gustos: vivac cobijado por el inmenso monolito, camping en sus alrededores, hoteles, hostales, casas para arrendar, etc. La tranquilidad reina en la zona, la gente es amable y dispuesta a colaborar al visitante, el clima agradablemente templado.

Fotografía: Hernan Wilke, Jhon Monsalve, Juan Carlos Rincón.