Punta Gloria en Santa Marta
Sabroseando con el 5.9 tropical

 
         
    Por: Luis Pardo Orozco        
   

Punta Gloria es un afloramiento rocoso de granito naranja perteneciente a una formación geológica que baja desde las altas tierras de la Sierra Nevada de Santa Marta y se clava en las aguas del Atlántico.  Por ahora es la única zona de escalada con cuerda en el Caribe colombiano.

Los rumores.
Llegué al Caribe a principios de agosto para trabajar en el Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta en torno a la conservación de la Ciudad Perdida de los Tayrona con un estudio de capacidad de carga y monitoreo de los impactos ambientales ocasionados por el ecoturismo.

   
         
 

La labor conservacionista y el desarrollo profesional resultó una oportunidad sin igual, pero siempre tuve en la mente aquellos rumores que narraban historias sobre vías de escalada frente al mar, de protecciones vetustas y oxidadas. Mi alma amante de la vertical exigía no archivar el vértigo en estas tierras costeras y me puse en la tarea de encontrar ese lugar: las rocas de Punta Gloria.
Y en esta ocasión la vida me ofreció más de lo que esperaba  ya que encontré un cómodo apartamento a escasos 50 metros de las playas de Punta Gloria. Frente a mí tendría las rocas de granito pintándose de anaranjado cada atardecer mientras el mar lentamente se traga el sol en un gigantesco bocado incandescente.

   
 
 
   

El hallazgo.
Darwin Bravo estaba en descanso de su trabajo en el Cerrejón y vino a Santa Marta para despejar la mente de su psicorrígida labor. Después de una inolvidable faena nocturna en los bares de Taganga fuimos en busca de esas vías mimetizadas en óxidos metálicos causados por la salinidad. Preguntamos a algunos pescadores y siguiendo sus indicaciones caminamos por la costa auscultando cada roca hasta llegar a la Piedra Delfín, desde donde indudablemente supimos que habíamos encontrado la zona de escalada.
Arnés al cinto y zapatillas apretadas, tomé el extremo caliente de la cuerda y trepé por la vertical siguiendo una línea de chapas viejas y corroídas por una linda placa de grietas excepcionales. Mi cuerpo se alzaba hacia los cactus del top y mi panorama se ampliaba hasta el propio infinito, allá donde la vista ya no alcanza a ver y el mar se confunde con las nubes del horizonte. El susto por caer sobre protecciones olvidadas por el tiempo acompañó toda la escalada, pero afortunadamente esta vía ofrece tantos agarres que es casi imposible volar. Darwin hizo lo propio en la otra ruta que encontramos, con mayor riesgo aún por el pésimo estado de los anclajes pero con la solidez del que está acostumbrado a escalar en Suesca, con chapas tan separadas que apenas si se alcanzan a ver y algunas tan viejas que es mejor no ver.

   
             
 
             
   

La chapatón.
Gracias a Monodedo que nos donó 20 chapas para reequipar y abrir vías en Punta Gloria el pasado fin de semana nos reunimos 4 escaladores suescanos para darle un aire nuevo y seguro a este fantástico lugar. Darwin Bravo, Alejandra Escamilla, Alberto Beltrán y yo, durante dos días de trabajo bajo el inclemente sol de la tarde,  reemplazamos todos esos chazos corroídos por brillantes bolts inoxidables; y después nos dimos el lujo de abrir cada uno una nueva línea de escalada. Darwin abrió una entrada directa a la pared principal, Aleja abrió una fácil placa aplomada, Beto un liso diedro y yo una corta y desplomada arista. El resultado son 8 vías con anclajes nuevos, 6 deportivas y 2 tradicionales. Algunas de éstas esperan aún el encadenamiento final y mejor aún, el estrecho acantilado posee roca para abrir un par de decenas más.

   
             
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